miércoles, 6 de junio de 2012

NO TENGO TIEMPO

Tengo una botella vacía de Bombay Sapphire
       donde hace años que meto
               el tiempo que perdí.


Me gusta volar sobre el día gris
       sin dejar cicatriz
              en los recuerdos que tenias de mi.

Amigo paralo...
necesito un momento...

       porque el tiempo es una jaula
       que construyo desde dentro,
       los versos no saben volar
       en contra de viento,
       así que dale al tick-tack
       que enjaula el pensamiento...

Voy a pasar toda la mañana en tu cama
formando cordilleras con los pliegues de las sabanas.
Es como un Whisky de malta
       que cada sorbo te marca,
              un sueño nunca se aparca,
                     pide una ultima carta.

Adoro...
       cada arruga de tu cara...
porque leo en ellas
       y en tus ojos
              todo lo que callas
así que...
       cállate y déjame leer
              que se agota mi tiempo
                     y no te llego a entender.

EL GUSANO

Paso de puntillas por el lomo del gusano,
un gusano hecho de carne translúcida,
de sangre y de huesos de metal articulado.
Paso de puntillas con los ojos cerrados y descalzo,
agarrando tembloroso
con mis pequeñas y gordas manos
las sucias crines que le crecen del espinazo,
pequeñas y gordas,
       insuficientes manos.
Grito al aire desesperado entre lágrimas cobardes,
pero grito dentro de mi, no para que me escuche nadie.

Pasa arrastrándose el gusano entre ladrones de Dickens
con miradas venenosas,
       afiladas
              y judías narices.
Resuenan risotadas de hiena en el valle de mi mente,
quiero estar dormido y equivocado
bailando entre sombras ausentes.
Quiero estar a salvo entre tus brazos
con una mascara que me oculte el rostro,
la mascara de un león,
       dorada,
              desgastada,
con ojos pintados de fuego rojo.

Soledad que me salva del reto de tu mirada,
que me envuelve en el vacío de tu cálida manta,
ultimo refugio donde ocultarme del gusano
que olisquea y persigue a reyes destronados.
En el surco que va dejando,
       sentado solo,
              en el borde,
con los pies desnudos y sucios de alegría
espero que llegue un tren
       llamado Norte.
     

LA REPÚBLICA DEL EGOÍSMO

La república del egoísmo ha empezado...

He encontrado un pequeño sitio,
en algún lugar, apartado,
un rancho en el árido desierto
que lleva mi nombre,
donde no pienso dejarte entrar,
llores o no llores.

Quiero respirar tranquilo,
no pensar en no pensar.
Jugar a perseguir mi sombra,
y lo consigo,
aunque ella no quiera jugar.

Descanso en una colcha entre manchas de tinta,
busco mi verdad en tu verdad,
en los subtítulos de tu sonrisa.
Apelo a Peter Pan y al fracaso,
apelo a esconder al verdadero culpable
en el fondo de mi armario.

Un cielo levemente gris envuelve esta cama,
amantes psicópatas se abrazan,
se lamen, encajan.
La república tiene el primer héroe de la patria
y me olvido de los nombres, de los sueños,
de las caras.

SOMOS

Somos un llanto, una puerta abierta
una reacción a la agresión,
indefensos en manos expertas.
Somos una interrogación, una esperanza,
un millón de preguntas y charlas,
una inversión de futuro, un valor en alza.
Somos la elección del camino,
la incertidumbre eterna de lo nuevo,
la luz que ilumina el paso que estaba prohibido.
Somos la expectación del tacto,
el calor húmedo, la boca seca,
el silencio roto de aquel inocente primer pacto.
Somos un campo sembrado de tormenta,
el azar, el viento que sopla,
Ulises, Julieta, Cyrano y Electra.
Somos el deseo de resistir,
la fuerza oculta de la inocencia,
la ignorancia del salmón que lucha por vivir.
Somos ganado marcado a fuego,
un rumor oculto tras la cortina,
la mirada caníbal del que sabe las reglas del juego.
Somos el yugo, la bandera blanca,
el boxeador derrotado que se arrastra,
la mano que, antes de jugar, tiembla y se planta.
Somos el vacío, la nada,
no hay respuestas a las preguntas,
el viento no sopla, la mar en calma y pasta la manada.
Somos habitaciones numeradas,
el sentido del deber que nos llama,
y el silencio, frío y cansado, de la ultima mirada.

HISTORIA DE UNA GATA

Es difícil resistir la tentación
de coser con aguja e hilo
de suave seda roja
mi piel a tu piel.
Y que los gritos de sangre
que explotan
rompan las blancas olas
            cuando flotamos panza arriba
donde no hay pie.

Es difícil esclavizar las lágrimas
si disparo una mirada
furtiva a tu cadera
             mientras te alejas por el pasillo
             desnudando la oscura jungla
              de tu cuello
como un claro en la ladera.

Es difícil quedarse donde hay que estar
en los primeros días de primavera,
leer tu libro
y reconocer a ese viejo enemigo
               casi olvidado
que a lo lejos,
                     sentado,
                                  me espera.

Desnudo,
tiritando
y embrujado,
gracias a Dios
y al dolor,
ya no soy el que era.